jueves, 20 de enero de 2011

Navegando al Futuro

Al mirar los mapas de los primeros cartógrafos y pensarr en la historia, cuesta comprender que Chile tuviera que esperar tanto tiempo antes de empezar a preocuparse de su condición de nación marítima. Era evidente que si quería desarrollarse, esa franja de tierra prendida a la Cordillera de los Andes sólo podría hacerlo saliendo al enorme océano. Pero los colonizadores no eran marinos, sino soldados ávidos de riqueza y de sustento. Traían los ejemplos de México y del Perú, lugares de riquezas a flor de tierra, y terminaron desencantados, como Almagro y los suyos, o fascinados como Valdivia, primero y Ercilla, después. No obstante, la fascinación se fue por las cualidades del paisaje y del clima de la zona que cubrieron. Al mar lo miraron sólo como el confín de la tierra que pisaban, y como una vía por donde venían las naves de la metrópoli, que era también la conexión con la capital virreinal y potencial amenaza de navíos de los enemigos de España.
Alcanzada la independencia, O'higgins puede ejercer la visión marítima que había conformado acerca de Chile mientras se educaba en Inglaterra. Al paso del tiempo, él y unos cuantos mantuvieron esa posición, pero la preponderancia de gobernantes provenientes de las actividades agrícolas y mineras esterilizaron esos principios a pesar de los sucesos bélicos y comerciales que iban demostrando la creciente dependencia marítima del país.
A mediados del siglo XX los sociólogos atisbaron la posibilidad de un cambio del centro de gravedad económico y poblacional del planeta. En los setenta, aseguraron que el nuevo centro de influencia se conformaría en las dos primeras décadas del siglo XXI. Pero el fenómeno se produjo mucho antes, porque los avances tecnológicos aceleraron su desarrollo. Era la globalización comercial, que puso en aprietos a muchas naciones donde la demanda de mercancías desde todo el orbe, obligaba a hacerse a la mar para transportar los bienes. Esa exigente pero productiva oportunidad encontró a Chile con un sistema económico que le permitió hacer frente a los requerimientos, y en particular, les permitió el uso de su territorio oceánico en términos desconocidos hasta entonces.
La armada de Chile, en proceso de renovación le permiten contar con un efectivo factor disuasivo respecto de la defensa de nuestros intereses marítimos. Las empresas navieras chilenas compiten y participan exitosamente en el transporte por mar en todo el mundo. Contamos, asimismo, con un sistema de administración del transporte marítimo que está a la par con las más avanzadas tecnologías que emplean las empresas internacionales que actúan en el sector. Chile es parte activa de la comunidad marítima mundial y se ha caracterizado por el cumplimiento eficiente de todos los convenios suscritos por el Estado, incluido el referido a la seguridad de naves y puertos, que es preocupación prioritaria de los más connotados participantes del quehacer marítimo del mundo.
Extractado del suplemento "Nuestro Mar" número 284, 1 junio 2007, escrito por Juan de Baos.

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