jueves, 20 de enero de 2011

Ciencia, Tecnología y Ambiente

La ciencia ha modificado sustancialmente las condiciones materiales de la vida del hombre, y resultaría difícil imaginar como seria hoy nuestra vida cotidiana si desaparecieran en un instante los resultados del desarrollo científico y tecnológico.
En otras épocas, la comunidad científica estaba formada por un grupo reducido de personas, pero hoy el número de quienes se dedican a la promoción, difusión y enseñanza de la ciencia es muy elevado y aumenta de modo espectacular.
El crecimiento científico y tecnológico ha promovido en la humanidad un mayor bienestar material y una participación creciente del hombre medio no solo en los resultados del progreso, sino en sus fundamentos, es decir, en el estudio, el trabajo, la investigación y el desarrollo.
De esta visión de la ciencia como patrimonio común de la humanidad arranca la importante misión de la divulgación cientifica con el fin de poner al alcance de la mayoria los conocimientos adquiridos a lo largo de la historia por pequeños grupos de hombres entregados a la tarea fascinante de medir, contar, describir y explicar la naturaleza.
Sin embargo, el desarrollo científico y tecnológico plantea una serie de riesgos y de problemas que son algo así como el precio de la civilización y del progreso. Pero deben tenerse en cuenta dos hechos: en primer lugar, que los males no se derivan de los avances científicos, sino del uso inadecuado que el hombre puede hacer de ellos; en segundo término, que el estado de cosas anterior al desarrollo de la ciencia y la tecnología no era en modo alguno un estado ideal de la humanidad. El hombre actual enfrenta la realidad dramática del deterioro del ambiente, con toda su nefasta influencia en la calidad de la vida. La ciencia y la tecnología, indudablemente, traen adelanto, progreso, en el orden material, social, cultural. Pero la explotación irracional del ambiente, con las consiguientes repercusiones en la contaminación ambiental, constituye un problema crítico del hombre actual. Este hecho, junto a la amenaza permanente de la destrucción del planeta por armas de enorme potencia mantiene a la humanidad en un estado de impaciencia y preocupación. De cualquier modo, la supervivencia en la Tierra depende prácticamente de la inteligencia y humanidad con que el hombre sepa enfrentar los peligros de hoy.
Revista Apuntes Número 6, Abril 1984.

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