
Llegaron a una cueva, la Cueva de San Julián, donde se celebraba una fiesta muy alegre y donde el campesino empezó a darse con personas que hacía algunos años habian desaparecido de este mundo. Se encontró con una amiga y comenzó a recordar gratos tiempos pasados.
A la mañana siguiente despertó en un escampado, molesto por el sol que estaba quemando y lo extraordinario es que estaba unido a una osamenta de vaca de huesos albos. Tenía sed y mal gusto en la boca y se acordó que antes de ir a la fiesta tenía unos dulces en el bolsillo y esta era la ocasión para servírselos, y al buscarlos se encontró que estaban convertidos en excremento animal.
Especial Leyendas y tradiciones de Chile, Diario La Cuarta.
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